exfuncionaria del Departamento de Tránsito de la Municipalidad de Linares, quien fue encontrada muerta en el sector rural de La Aguada, comuna de Longaví, en circunstancias que aún no han sido esclarecidas. Aunque el Ministerio Público y la Brigada de Homicidios de la PDI sostuvieron que se trató de un suicidio, la familia —encabezada por su hermano, Camilo Muñoz— ha insistido en que existen múltiples inconsistencias en la investigación original. Desde el primer momento, han planteado la tesis de un posible femicidio. En 2020, gracias a la persistencia familiar, el caso fue reabierto por orden de la Corte de Apelaciones de Talca, instruyendo nuevas diligencias para esclarecer los hechos. Sin embargo, aún no hay responsables ni conclusiones claras. Catherine, cariñosamente llamada “Catita”, tenía una relación con Cristián Ossandón Villalobos, compañero de trabajo, hoy inubicable y jubilado por demencia. El entorno de la víctima nunca descartó su posible participación o conocimiento de los hechos. El caso se ha transformado en uno de los más emblemáticos de la crónica policial linarense reciente. La familia continúa exigiendo que no se cierre esta causa sin una investigación rigurosa, transparente y con enfoque de género. “Vamos a agotar todas las instancias para que se sepa la verdad. Catita no se quitó la vida”, ha reiterado su hermano Camilo.
exfuncionaria del Departamento de Tránsito de la Municipalidad de Linares, quien fue encontrada muerta en el sector rural de La Aguada, comuna de Longaví, en circunstancias que aún no han sido esclarecidas. Aunque el Ministerio Público y la Brigada de Homicidios de la PDI sostuvieron que se trató de un suicidio, la familia —encabezada por su hermano, Camilo Muñoz— ha insistido en que existen múltiples inconsistencias en la investigación original. Desde el primer momento, han planteado la tesis de un posible femicidio. En 2020, gracias a la persistencia familiar, el caso fue reabierto por orden de la Corte de Apelaciones de Talca, instruyendo nuevas diligencias para esclarecer los hechos. Sin embargo, aún no hay responsables ni conclusiones claras. Catherine, cariñosamente llamada “Catita”, tenía una relación con Cristián Ossandón Villalobos, compañero de trabajo, hoy inubicable y jubilado por demencia. El entorno de la víctima nunca descartó su posible participación o conocimiento de los hechos. El caso se ha transformado en uno de los más emblemáticos de la crónica policial linarense reciente. La familia continúa exigiendo que no se cierre esta causa sin una investigación rigurosa, transparente y con enfoque de género. “Vamos a agotar todas las instancias para que se sepa la verdad. Catita no se quitó la vida”, ha reiterado su hermano Camilo.