Rodolfo Schmal S. analiza candidatura de Trump al Premio Nobel de la Paz
Trump, en su campaña fue bien explícito al afirmar, muy suelto de cuerpo, que con él en la presidencia se acabarían las guerras. Que la guerra en Ucrania, en 24 horas la tendría cerrada. Bastaba una llamada telefónica a su amigo Putin y la guerra se terminaría en un dos por tres. Nada de eso ha ocurrido, todo lo contrario, la guerra continúa, ahora en una suerte de segundo plano, pero la secuencia de destrucción y muertes persiste sin cesar.
No solo eso, en una suerte de acción concertada con Netanyahu, Trump decide atacar Irán con la excusa de inhabilitar, destruir la hipotética capacidad nuclear que tendría. Con otra culebra, EEUU, en tiempos de Bush, decidió echar abajo al régimen de Hussein, atacando a Irak. Netanyahu no encontró nada mejor que viajar a Washington para felicitar a Trump y no contento con ello, proponer su candidatura al Premio Nóbel de la Paz. Un premio a quien diariamente trapea con la diplomacia, amenazando con las penas del infierno a quien ose encararlo.
Mientras tanto, en Chile la oposición de la derecha celebra el voto obligatorio luego de constatar que le permite llevar agua a su molino, esto es, que quienes no votaban y ahora se ven forzados a hacerlo, tienden a votar por candidatos de derecha. Y para que el voto obligatorio sea de verdad, no de mentira, exigen al gobierno que se multe a quienes no voten, una multa no solo simbólica, tipo clases de ética a Délano y Lavín, sino una que duela.
Obligatorio no solo para los chilenos, sino para los extranjeros, algo inédito a nivel mundial. Cuesta encontrar un país en el mundo en el que los extranjeros estén habilitados para votar en elecciones presidenciales y/o parlamentarias. Por lo general se les habilita para votar en elecciones locales, municipales.
Los campeones del nacionalismo, del patriotismo, ahora rasgan vestiduras para que los extranjeros puedan votar como cualquier connacional. Y por el otro lado, por la izquierda, más partidaria del internacionalismo, poniendo palos en la rueda para el voto de los extranjeros. El mundo al revés. Es demasiado notoria la existencia de intereses creados y que las propuestas de lado y lado son con calculadora en mano. Así no llegaremos a ninguna parte.
Por último, como broche de oro, ahora tenemos a la derecha reclamando credenciales democráticas a los comunistas. Se veía venir si en las primarias oficialistas ganaba la candidata del PC, Jeannette Jara. Y resulta que ganó, y por paliza. No era mi candidata. Ganó a pesar de ser PC, a pesar de que se sabía que en adelante le darán como caja. Incluso pensó en congelar su militancia para que su pertenencia al PC no fuera un obstáculo en su carrera presidencial. Sin embargo, se dio cuenta que no serviría de nada, que de todas formas le darían como bombo.
El punto es que toda esta suerte de cruzada anticomunista desde la derecha corre un alto riesgo de terminar siendo un boomerang. Chile nunca ha tenido un presidente comunista. El PC a lo más ha sido parte de coaliciones de gobierno; lo fue de cinco gobiernos (de los encabezados por Aguirre Cerda, González Videla, Allende Bachelet y Boric). No ha dado ni un golpe de Estado.
No puede decir lo mismo la derecha que no trepidó no solo en respaldar un golpe de Estado vía las FFAA de la mano del innombrable. No conforme con esto alentó la política de exterminio de los comunistas. Lo que son las vueltas de la vida. Y ahora tenemos a un PC resucitado con sangre nueva. Es por primera vez que el PC presenta una candidata a la presidencia en representación no solo del PC sino que también un arco de partidos. No como consecuencia de un acuerdo entre cuatro paredes sino elecciones primarias a las cuales concurrieron más un millón votantes.
Está por verse cómo termina todo esto: si Trump obtiene el Nóbel de la Paz si multarán quienes no voten y si finalmente a la derecha terminan saliéndole el tiro por culata sus ataques candidatura Jara por condición comunista.
Rodolfo Schmal S.