EL CALOR DEL VERANO DESPIERTA LA PASIÓN
Ahora que es verano, que el calor suda la respiración del cuerpo, se torna un enigma la mirada del otro/a. Un pasillo y nuevamente, otra vez, una mirada que en la diversidad de direcciones se encuentra con la tuya y se habita un espacio tiempo breve e intangible donde cabe toda la vida, el amor, el abrazo y todo el instinto de amarse como los felinos grandes en la selva.
Soy parte de esta época, antes cuando era más joven decía siempre “soy víctima de la vida”, “somos víctimas de lo que nos toca vivir”. Las responsabilidades que me otorga el crecimiento no me permiten hallar una mirada en Molino o Espacio 90. Ya lo viví podría decir, cuando me paseaba entre Tatoha y Balmaceda, y la sede era el Tuareg. Ahora, víctima de la edad y del verano, solo quedan los pasillos de los supermercados y tiendas.
El balance de la soledad se enjuta en la chilenidad que absorbe toda aventura osada de acercarnos y hablarnos. Es parte de mi generación, diríamos, el buscar salvación mientras se pesa el tomate o esperando el número del jamón y el queso.
El mundo explotó y pareciera que quedamos todos aislados, la intención del encuentro se vuelve lejano pero anhelado. Sin embargo, el calor del verano todo lo puede.
Pienso en lo divertido que sería ir a vivir experiencias sociales a estas tiendas donde tengan un DJ atento a los movimientos para colocar alguna balada romántica de vez en cuando.
"Si es por imaginar", me imagino hoy con los abarrotes impregnados de inciensos...
"Ya lo sabemos", el amor en tiempos del capital, huérfanos...
Franco Caballero Vásquez